Un impactante hilo de Twitter publicado este martes por la periodista Mariana Romero dejó al descubierto la vulnerabilidad extrema en la que trabajan las mujeres que cubren Casa de Gobierno en la provincia de Tucumán. Romero dio a conocer dos hechos de abuso sexual similares ocurridos en el Salón Blanco de esta gobernación. En el primero, ocurrido durante la cobertura electoral de las PASO, el 12 de septiembre, la víctima fue ella. Y en el segundo, de anteayer a la noche, durante la conferencia de prensa posterior a las elecciones generales, la víctima fue una colega de Radio Universidad Tucumán. En ambos casos, el lugar estaba repleto de gente.
A partir de esta denuncia mediática, el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) emitió un comunicado en el que se solidariza con la periodista víctima del último hecho, repudia lo sucedido, y exige “al Poder Judicial de Tucumán que esclarezca el ataque” y al gobierno provincial que garantice condiciones de “seguridad y comodidad” para el desarrollo de la tarea periodística “sin restricciones ni riesgos para su integridad física”.
El manual de La Cámpora para sostener el discurso del “triunfalismo mágico” en las elecciones
La periodista de radio Universidad “denuncia ante la Justicia que fue víctima de abuso sexual durante una cobertura en la Casa de Gobierno local –dice el comunicado de FOPEA–. Según su relato, mientras se desarrollaba la conferencia de prensa de las autoridades provinciales y de los candidatos, fue interceptada y manoseada por tres militantes en el Salón Blanco. Añadió que la custodia no sólo no intervino, sino que le pidió que se callara”.
La sucesión de hechos descriptos y contextualizados con valentía por Mariana Romero son escandalosos. “La noche de las PASO [12 de septiembre] me tocó cubrir todo el discurso del gobernador con la mano de un desconocido tocándome con fuerza el trasero. Fue en la Casa de Gobierno. No dije nada y hoy me arrepiento, si hubiera hecho lo correcto, quizás no le hubiera pasado lo mismo a mi compañera”, sostuvo Mariana. Contó que esa noche, para la conferencia de prensa en el Salón Blanco, hicieron entrar “a muchas personas que no eran trabajadores de prensa. Fanáticos que estaban ahí solo para aplaudir”, y que se mezclaron con la prensa cuando empezó a hablar el gobernador, Juan Manzur.
“Yo sentí que alguien me manoseaba de una manera tan fuerte y descarada que pensé que era alguna de mis compañeras intentando acomodarme algo en el bolsillo trasero. Pero no se detenía. El amontonamiento era tal y yo con las dos manos ocupadas, que no podía darme vuelta. Al final, me liberé una mano y agarré la que me estaba manoseando. Me di vuelta y lo vi, el tipo me miró de frente sin expresión alguna. Yo le tenía la mano agarrada por la muñeca. Lo insulté, pero no creo que me haya escuchado con el discurso atronando por los altavoces. Le solté la mano y me di vuelta, me estaba perdiendo el discurso del gobernador Manzur. Pasé un rato sin problemas, hasta que el tipo me apoyó. Me alejé como pude. Al rato, me puso una mano en la nuca y así terminamos de escuchar el discurso del gobernador”.
¿Quién controla la salud mental de los que juzgan?
Mariana contó que habló del tema con compañeros de trabajo, y todos, incluida ella, lo tomaron como cosas que pasan, una más de las hostilidades que se soportan en las coberturas en amontonamientos. “Pero claro que a ninguno de mis compañeros les pasó tener que cubrir toda una conferencia con una mano en el culo. Cuando digo culo, también digo entrepierna”.
“Pasó el tiempo. Este domingo, durante las elecciones generales, en el mismo amontonamiento, a mi compañera la manosearon entre tres. Sí, ahí en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, delante de todo el mundo. Ella tuvo la dignidad y la lucidez que no tuve yo: reclamó en voz alta”. Mariana agregó los siguientes detalles: que estaba presente el Ministro de Seguridad, pero no la dejaron llegar hasta el funcionario; que una mujer se ofendió cuando su colega empezó a gritar que “así no se puede trabajar”. Y que al final, a las compañeras que la apoyaron en el reclamo, personal de la Casa de Gobierno les dijo que “esas cosas no se pueden controlar”.
¿A quién y cómo se entrega un arma en la Argentina?
“Recién cuando mi compañera puso el grito en el cielo y luego asentó la denuncia en la comisaría, me di cuenta de que yo no debería haber naturalizado trabajar con una mano de un desconocido en el culo”, reflexionó Mariana. “No sé si lo hice como mecanismo de defensa, porque sabía que iba a tener que volver al Salon Blanco, y no quería volver con miedo a que me pase lo mismo. O quizás, lo minimicé porque todos lo minimizaron y no quise quedar como histérica. Lo cierto es que si hubiera dicho algo, quizás no le hubiera pasado a mi compañera. (…). Vengo a dar fe de lo que le pasó a mi compañera. Y a brindarle mi apoyo”.
“Me avergüenzo de no haberlo dicho antes. Pero no podemos trabajar así. Estas cosas a nuestros compañeros varones no les pasan. Y espero que, cuando a las compañeras mujeres nos pase, nadie vuelva a minimizarlo. Porque se nos mete en la cabeza que no es importante y que somos unas histéricas. Pero no. NADIE MERECE TRABAJAR MIENTRAS DESCONOCIDOS TE ESTAN MANOSEANDO EN TUS PARTES ÍNTIMAS”.
- Línea 137, gratuita para denuncias de abusos y violencia familiar