Primero, como corresponde, la data dura. 14 episodios sinfónicos es el registro en vivo del recital que Gustavo Cerati brindó el 9 de febrero de 2002 en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México acompañado por la orquesta Camerata de las Américas, con dirección y arreglos de Alejandro Terán. Como su título lo indica, este disco suma tres canciones a los 11 episodios sinfónicos originales: “Lisa”, “Fue” y “Hombre al agua”. El disco está disponible en todas las plataformas digitales desde el 11 de agosto, y también en formato físico en CD y un LP doble.
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Acto seguido, como corresponde, el análisis. El primer punto que surge al escuchar el show es una verdad de Perogrullo, y es la voz excepcional que tenía Gustavo Cerati. Situémonos en contexto: año 2002, una época que el Autotune (esta herramienta tan en boga, favorita de los traperos, que permite corregir imperfecciones vocales) no existía. Por lo tanto, la única arma con la que contaba el autor de “Signos” para salir a enfrentar a su audiencia en un teatro con una orquesta sinfónica como compañía era su garganta, que debía actuar como un instrumento más, fusionado con los metales y bronces, pero a la vez destacándose en una sociedad instrumental tan inusual para unos y otros.
Y la gola de Cerati ganó por goleada este partido. Su registro, en este formato, alternó desde una comodidad natural para llegar a las notas más altas hasta tonos y fraseos de decidor tanguero, con escalas en registros cercanos al folklore argentino como en “Raíz” (una influencia siempre admitida por el líder de Soda Stereo). Todo con una extraña impronta de intérprete de sus propias canciones como si no fuesen suyas, gracias a ese trabajo de reconstrucción en un modo instrumental muy distinto al que fueron concebidas originalmente, tal como ocurre en un clásico imbatible como “Persiana americana”. El mérito, entonces, no es sólo de Cerati, sino que acá también tallan Alejandro Terán y la orquesta Camerata de las Américas de la capital azteca.
Los arreglos pergeñados por Terán alternaban desde citas a las músicas incidentales compuestas por Danny Elfman para acompañar las imágenes fílmicas dirigidas por Tim Burton hasta guiños al John Barry de las bandas de sonido de las películas de James Bond, pasando por melodías árabes (“Sweet sahumerio”) y arreglos de cuerdas que remiten al primer Scott Walker solista y a The Divine Comedy. Uno de sus principales méritos fue la manera en la que utiliza la percusión de la orquesta para reemplazar o, en algunos casos sustituir a la batería y, al mismo tiempo, hacer que la voz de Cerati no sienta este cambio tan abrupto.
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Tal como hizo con el solo de “Cementerio club” en la versión de “Te para tres” que Soda Stereo registró en Confort y música para volar, y el riff de “Post Crucifixión” que tocaba en medio de “Paseo inmoral” en la gira presentación de Fuerza natural, en este show Cerati también citó a su máxima influencia: Luis Alberto Spinetta. Pero la alusión es muy sutil y casi pasa desapercibida: al comienzo de “Hombre al agua” se escucha un scat que, más que a Sarah Vaughan (quien popularizó en el jazz esta forma de improvisación gutural desde la voz), remite a “Panadero ensoñado”, la apertura de tan sólo 37 segundos de Pescado 2, el segundo disco de Pescado Rabioso. Lamentablemente no podemos preguntarle a Gustavo si nuestro oído detectó con precisión el guiño, ni tampoco conocer la opinión de Luis Alberto al respecto. Pero si podemos imaginar que, en una de esas, quien sabe dónde, los dos hayan comentado entre risas todo esto. Mientras tanto, disfrutemos de estos 14 episodios sinfónicos como quien encuentra ese viejo par de zapatillas en un nuevo modelo customizado, y al probárselas las siente como propias, como ayer, como siempre.
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