Sri Lanka, el país insular del sur asiático, sufre una fuerte crisis económica con movilizaciones sociales que provocaron, este martes, la muerte de un hombre como consecuencia de la brutal represión policial. En las últimas tres semanas, la isla anotó el trágico ranking: atraviesa la peor recesión desde su independencia en 1948 y padece escasez de alimentos, cortes diarios de energía y aumentos exorbitantes en el precio del combustible. Con multitudinarias protestas contra el gobierno y caos en las calles, el Ejecutivo anunció, hace una semana, la suspensión de pagos de su deuda externa de 51 mil millones de dólares, profundizando el malestar.
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En estos momentos, una delegación del gobierno se encuentra en Washington para solicitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate de 4 mil millones de dólares que intentarán aliviar la economía local. El salvataje sería utilizado en parte al pago de las importaciones de alimentos y combustibles y, también, a saldar vencimientos de la deuda externa.
La última vez que el FMI brindó ayuda a Sri Lanka fue en el 2016, con un préstamo de 1.500 millones de dólares. Con ese salvataje, el país logró un repunte de la economía basado en el gran crecimiento del sector de turismo. Hasta hoy, el país asiático recurrió 16 veces al Fondo, 6 veces menos que la Argentina.
Este 2022 el gobierno ceilandés tiene que pagar alrededor de 4.000 millones de dólares en deuda, más un bono soberano internacional por otros 1.000 millones que vencen en 3 meses. Aunque la cifra es mucho menor a la deuda argentina, el monto es igual de significativo con respecto al tamaño de la economía de la isla. A su vez, la inflación anual llegó al 18,7% para fines de marzo, siendo la más alta de toda Asia. y remarcando más la crisis. Increíblemente, el país sudamericano supera con creces a esta cifra, con una inflación anual del 55,1%.
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CÓMO SE PRODUJO LA CRISIS EN SRI LANKA
Desde fines de marzo, miles de personas habían comenzado a manifestarse en Colombo, la ciudad más poblada de la isla y su capital ejecutiva y judicial. Los ciudadanos denunciaban que debían realizar filas durante horas para conseguir productos básicos, mientras enfrentaban cortes de luz masivos que se extendieron por más de 10 horas rutinariamente.
Según pudo saber CNN, el combustible es custodiado por soldados en las estaciones de servicio, donde intentan “apaciguar” a los habitantes que esperan durante horas para cargar sus tanques a precios inauditos. En los últimos días, el principal distribuidor de combustible del país, Ceylon Petroleum Corporation (CPC), aumentó el precio del combustible en un 64,2%.
El agravamiento de la situación extendió las manifestaciones también a las carreteras de todo el país, donde los policías hirieron a más de diez personas y mataron a una con balas reales. La represión se produjo en la ciudad central de Rambukkana.
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Desde el 2020, con el inicio de la pandemia y sus restricciones, Sri Lanka vio afectada por completo su economía, ya que depende en gran medida del turismo. Su gran problema es el déficit de divisas, las cuales se desplomaron en un 70% en tan solo 2 años, según informó Reuters.
A pesar de esto, la responsabilidad no recae solo sobre el Covid. Para las Pascuas del 2019, más de 350 cristianos fueron asesinados en atentados terroristas simultáneos a iglesias y hoteles en 3 ciudades diferentes. Esto se le atribuyó a un grupo terrorista internacional que fue apoyado por extremistas budistas, que conforman la mayoría religiosa del país. Los mismos fueron protagonistas de un conflicto interno contra musulmanes y otras religiones minoritarias desde el 2009.
El turismo se vio afectado enormemente por el temor a estos ataques en el que murieron más de 25 extranjeros. Según algunos informes no oficiales, el sector había caído un 80% y la economía empezaba a mostrar malas señales y agotamiento de divisas.
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Por otro lado, a fines de ese mismo año, asumió el actual presidente de Sri Lanka, el cual comenzó a hacer recortes impositivos irracionales y a provocar una fuerte impresión de dinero en un corto periodo. Esto, junto a otros errores garrafales que perjudicaron las exportaciones, fueron el caldo de cultivo que se potenció con la pandemia.
Desde el 31 de marzo, las manifestaciones escalaron en violencia cuando miles de manifestantes arrojaron ladrillos y prendieron fuego a un autobús frente a la casa del presidente Gotabaya Rajapaksa. Tras estos sucesos donde se pedía fervientemente la renuncia del mandatario, se decretó un estado de emergencia que solo empeoró la crisis hasta el anuncio de default la semana pasada.
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