Te invitan a una fiesta. Pero unos días antes te enterás de que el dueño de casa es violento con su esposa. No solo eso: alguien te cuenta que a su único hijo lo echó a la calle por ser gay. Revisas su Instagram, solo por extraña curiosidad, y te das cuenta de que está plagado de comentarios racistas. Entonces, cuando pensabas que nada podía ser peor, encontrás una nota en Google: la misma persona tiene antecedentes acusada de ladrón y asesino. ¿Irías igual a la fiesta? ¿Serías capaz de ir, tomarte unas cervezas con el anfitrión y hacer como que nada hubiese pasado?
La FIFA fue capaz y el resto del mundo la acompañó. El domingo, finalmente, comenzará el Mundial de Fútbol en Qatar. Esto a pesar de que muchas organizaciones no gubernamentales, un montón de investigaciones periodísticas y varios procesos judiciales evidenciaron, una y otra vez en los últimos 12 años, que este campeonato no debía realizarse en este país. Entonces, ¿por qué se hizo?
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Qatar ganó la elección de la sede del Mundial en 2010 y destapó uno de los casos de corrupción más escandalosos de los últimos años. No había peor lugar en el planeta -ahora hablando logísticamente- para hacer este torneo. Es un país muy pequeño, con temperaturas extremas -que pueden superar los 50°C en verano- y sin infraestructura deportiva preexistente adecuada. Un informe interno de la propia FIFA calificó la candidatura de este país de “alto riesgo”.
Qatar, sin embargo, le ganó la partida a las candidaturas de Australia, Corea del Sur, Estados Unidos y Japón. De nuevo: ¿por qué? Algunos medios le llaman desde hace rato “la copa del petróleo” para hacer referencia a las denuncias de sobornos multimillonarios que le entregaron la sede al país árabe.
La copa corrupta
Una de las primeras investigaciones que dieron cuenta del fraude fue publicada por The Sunday Time en 2014. El medio británico reveló que Mohammed Bin Hammam, ex presidente de la Confederación de Fútbol de Asia de origen qatarí, pagó unos cinco millones de dólares a 30 presidentes de asociaciones de fútbol de África para que influyeran en la votación. El soborno quedó expuesto gracias a la existencia de miles de correos electrónicos y facturas.
Pero eso solo fue la punta del iceberg. En mayo de 2015, siete altos dirigentes de la FIFA -dos vicepresidentes entre ellos- fueron detenidos en Zúrich, Suiza, justo cuando se preparaban para participar en el congreso anual de la federación. Esta investigación fue liderada por la fiscalía de Nueva York y el FBI, y acusó a la FIFA de proceder como una organización criminal internacional.
Los cargos principales fueron corrupción y lavado de dinero. Y no solo apuntaban a la elección de la sede del mundial, sino a los procesos para adjudicar quién televisaría los partidos y, además, la designación de los altos cargos del máximo organismo del fútbol mundial. Entre ellos, la elección del entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
Primero fueron siete personas, pero al final fueron más de 40 funcionarios de asociaciones de fútbol de todo el mundo los involucrados en esta red, que trascendía la organización de Qatar 2022. Entre ellos al menos siete argentinos. Los más conocidos son Eduardo Deluca, ex secretario general de la Conmebol; Hugo y Mariano Jinkis, quienes eran los dueños de Full Play Group; y José Luis Meiszner, también ex secretario de la Conmebol y la AFA y máxima autoridad local de la Copa América de 2011, que se realizó en Argentina.
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Los tres fueron arrestados en Argentina en un primer momento y expulsados de la FIFA. La justicia estadounidense solicitó entonces su extradición y la fiscalía argentina determinó que el pedido era procedente. Sin embargo, al final, el juez federal Claudio Bonadío detuvo el proceso. Los tres pagaron multas millonarias y quedaron en libertad.
La FIFA, a nivel global, abrió su propia investigación y esto derivó en la expulsión de Blatter, su presidente. La federación encargó esta averiguación a Michael García, exfiscal de distrito de Nueva York, quien tras 18 meses de trabajo ratificó el fraude en la elección de Qatar como sede del mundial. No obstante, la FIFA desestimó esta conclusión. Dijo que no era lo suficientemente contundente. García, por supuesto, renunció a su cargo luego de esto. Después de tanto, se decidió seguir con la organización del torneo en el país árabe, como si nada hubiese pasado.
La mancha de sangre en la cancha
Sujan Miah sólo tenía 32 años cuando sus compañeros de trabajo lo encontraron en la cama inconsciente la mañana del 24 de septiembre de 2020. Era instalador de tuberías en un proyecto en el desierto. Había trabajado con temperaturas superiores a 40 °C durante cuatro días seguidos.
Manjur Kha Pathan tenía 40 años y era conductor de camión. Sus turnos eran de entre 12 y 13 horas al día. Se desmayó en su lugar de alojamiento el 9 de febrero de 2021 y murió antes de que llegara la ambulancia. Estaba casado y tenía cuatro hijos.
Estos casos fueron documentados en una investigación publicada por Amnistía Internacional en agosto del año pasado. Desde el momento en que la FIFA adjudicó a Qatar la celebración de la copa, las organizaciones de derechos humanos más importantes del mundo encendieron la alarma por las condiciones abusivas e inhumanas a las que eran sometidas miles de personas, casi todas inmigrantes, contratadas para las obras relacionadas con el Mundial.
Seis estadios, la remodelación de dos más y la construcción de toda una infraestructura de servicios para recibir a más de un millón y medio de personas durante el próximo mes. ¿El costo? Según una investigación de la Organización Internacional del Trabajo, hasta 2020 habían muerto 50 personas y más de 500 resultaron gravemente heridas. Pero es el estimado más conservador de todos.
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Una investigación de The Guardian asegura que fueron más de 6.500 los muertos. Igual “6.500 muertos no es una cifra muy grande para todo un país», llegó a decir el embajador de Qatar en México, Mohammed Alkuwari, a la agencia France24 en agosto del año pasado.
La Autoridad de Planificación y Estadística de Qatar publicó que, entre 2010 y 2019, más de 15.021 trabajadores extranjeros de todos los sectores y profesiones murieron en Qatar. Amnistía Internacional sostiene que el modo en que se presentaron estos datos oculta información clave para saber la causa de los fallecimientos. La mayoría están catalogadas como “enfermedades cardiovasculares”. Pero la data es otra pista para entender la dimensión de lo ocurrido.
¿Qué ha dicho la FIFA? El Comité de la Copa Mundial de Qatar sostiene que solo tres personas murieron en la construcción de los estadios de la Copa Mundial.
Persecución a mujeres y LGBTI+
Paola Schietekat, mexicana de 28 años, trabajaba en Doha, Qatar, en el Comité Supremo de Entrega y Legado, entidad responsable de organizar el Mundial de fútbol. En junio de 2021, fue agredida por un hombre que se metió en su departamento mientras ella dormía.
Paola denunció el ataque a la policía. Las autoridades no solo dejaron libre a su agresor, sino que la sentenciaron a ella a recibir 100 latigazos y a siete años de prisión. La acusaron de haber mantenido una “relación extramarital” con el hombre que la violentó. Para evitar la condena, le sugirieron a Paola que se casara con su agresor.
Gracias al escándalo internacional y a la intervención de oficinas consulares, Paola logró salir de Qatar sin enfrentar el castigo y refugiarse en México. Sufrió todo esto, a pesar de ser extranjera y estar trabajando para la organización del mundial. Para el resto de las qataríes, todo es mucho peor.
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Las mujeres en este país están sometidas al sistema de tutela masculina. Es decir, necesitan autorización de un varón para tomar decisiones básicas sobre su vida: casarse, estudiar en el extranjero, viajar al extranjero hasta cierta edad, aceptar algunos puestos de trabajo y recibir algunos servicios de salud reproductiva. ¿El tutor?: habitualmente su padre, su hermano o su esposo si está casada.
Las personas LGBTI+ también se enfrentan a la violación sistemática de sus derechos fundamentales. Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son punibles con hasta siete años de prisión. La organización Human Rights Watch denunció en octubre pasado que las fuerzas de seguridad arrestan a personas en lugares públicos basándose únicamente en su expresión de género. Explicaron que las autoridades exigen a las personas transgéneros, como requisito para su liberación, que asistan a “sesiones de terapia de conversión” en un “centro de cuidado conductual de la salud” financiado por el gobierno.
Con todo y esto, la pelota rodará este domingo. El mundial, después de todo, es la fuente de ingresos más grande de la FIFA. Todo el mundo será partícipe de la “copa del petróleo” o la “copa más sucia”, como la llamó el artista ruso Andrei Molodkin, quien creó una réplica de la copa del Mundial con petróleo traído desde Qatar para insistir en la denuncia.
“Qatar es un error… La elección fue mala”, dijo el pasado 9 de noviembre Joseph Blatter al medio suizo Tribune. Sí, Blatter, el ex presidente de la FIFA, el mismo acusado de ser uno de los máximos responsables de la red de corrupción que hizo posible este Mundial. Después de tanto.
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