La Primera Ministra de Reino Unido, Liz Truss, renunció finalmente a su cargo tras la tensión social y la isla cae en una más profunda crisis política. Lo más curioso -y preocupante- es que la ahora ex premier pasó más tiempo haciendo campaña que como líder de los británicos. Tres meses contra apenas 45 días en el poder.
Con esta renuncia, el escenario político, económico y social de Reino Unido se agrava. Más aún si tenemos en cuenta que la figura política de mayor relevancia en los últimos siglos, la Reina Isabel II, falleció hace poco más de un mes. Así, la conservadora rompió un insólito récord como la mandataria con menos tiempo en el cargo de premier.
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Desde la aplicación de sus primeras medidas económicas, Truss recibió la negativa de gran parte de la población e incluso de su propio partido tras notarse una fuerte turbulencia en los mercados del país. La ex primera ministra calificó como «un audaz plan» a las medidas que prometían terminar con «años de estancamiento y bajo crecimiento».
Tras dos días de mandato, Liz Truss aseguró en Dowling Street: «Reduciré los impuestos para premiar el trabajo duro e impulsar los negocios y atraer inversiones». Pero las cosas no pudieron salir peor. Un día después, la Reina fallecía. 2 semanas después, el gobierno británico anunciaría el polémico plan fiscal que incluía recortes por más de 50.000 millones de dólares en impuestos sin financiación, lo que repercutió muy negativamente en los mercados financieros.
Apenas tres días más tarde, la libra esterlina se desploma frente al dólar a su nivel más bajo, el costo de vida aumentó a niveles inéditos en comparación al año anterior, con una inflación de más del 10%, frente al 3,1% del 2021. La jugada de Truss salió muy mal y, una semana después, el gobierno decidió revertir todas las medidas, entre ellas la reducción de impuestos a las grandes fortunas, que fue fuertemente criticada.
Como esto no pareció suficiente, hace apenas 6 días, Liz Truss decidió desplazar de su cargo al Ministro de Finanzas, lo que pretendía ser un alivio para el gobierno y un intento por aliviar las tensiones. Pero esto tampoco calmó las aguas, por lo que la premier debió renunciar tras apenas un mes y medio de mandato. Un plan económico que profundizó los problemas del Reino Unido y una crisis política que forzó su renuncia.
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Además de los aspectos económicos y sociales, la mujer de 45 años se encontró con una dura resistencia interna. Varios de los parlamentarios de su partido se volvieron en su contra y pidieron a la premier que deje el cargo en reiteradas ocasiones. Horas antes de que presente su renuncia oficial, otros 6 miembros del parlamento se sumaron a este grupo significativo, dando uno de los golpes finales del mandato de la conservadora.
Después de la renuncia del antecesor Boris Johnson, Liz Truss también tenía la responsabilidad de mantener la disciplina partidaria, el orden interno de un partido gobernante que se encontraba, y se encuentra, con una pésima imagen debido al mal funcionamiento de la administración anterior, la crisis económica y el cuestionado manejo de la pandemia, además de sumar las polémicas «irregularidades» que llevaron a renunciar al anterior premier.
No solo no pudo mantener cierta disciplina, sino que parece haberla terminado de romper y permanecieron los malos manejos. El día de ayer, la ministra del Interior también dimitió luego de haber enviado «por error» un documento oficial desde su correo electrónico personal, lo que viola las reglas de los Ministerios. Pero en su carta de renuncia mostró su malestar, ejemplifica a la perfección el problema de los conservadores británicos y la inquietud general que llevó a la renuncia de Truss: «Tengo preocupaciones sobre la dirección del Gobierno», aseveró en el documento la misma ministra.
Ahora, con un panorama absolutamente complejo, el Partido Conservador tiene la difícil tarea de buscar un nuevo líder en sus filas. Hasta el momento, parece estar escaso de estas figuras, lo que hace sonar -irónicamente- el nombre de Boris Johnson para reemplazar a su sucesora. Increíble.
Al mismo tiempo, la renuncia de Truss no solo significa la renuncia del premier, sino que podría significar la caída del gobierno conservador ante la presión Laborista, que exige el adelantamiento de las elecciones generales con su líder Keir Starmer a la cabeza y encontrándose mejor parado de cara a este tipo de comicios.
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