Crónica de una renuncia anunciada. Martín Guzmán dejó el Ministerio de Economía y es, quizás, la víctima más importante de la disputa política dentro del Frente de Todos. El ex funcionario fue cuestionado por la vicepresidenta Cristina Kirchner en demasiadas oportunidades, y el apoyo del presidente Alberto Fernández no fue suficiente para mantenerse en su cartera política. Su alejamiento del cargo al que lo designó el presidente al inicio de su mandato no sorprendió a nadie.
En su carta de renuncia de cuatro páginas, publicada en Twitter, Guzmán explicó que su intención fue siempre “tranquilizar la economía argentina”. Pero la realidad lo encontró atado de pies y manos frente a las negativas del kirchnerismo y las limitaciones que esto representaba.
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En su momento, Cristina llamó “debate político” a la fuerte interna que, en tan solo un mes, ya llevó a la renuncia de dos funcionarios claves para el gobierno de Alberto Fernández: Guzmán y, hace unas semanas, Matías Kulfas. Esto sin contar los cambios que sufrió el gabinete tras la derrota en las legislativas de 2021.
A pesar de esto, y sorprendentemente, Martín Guzmán mantuvo su cargo por 935 días, casi el doble del promedio que mantienen los ministros de economía en Argentina (477 días). De esta forma, es el 6to economista que más duró al frente de la cartera en los últimos 100 años. Su punto de inflexión apareció en el debate por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que llevó a Máximo Kirchner a renunciar a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara de Diputados para marcar la profunda diferencia entre ambos.
EL CAMINO DE GUZMÁN
Con la asunción de Alberto Fernández, Martín Guzmán llegaba al Ministerio de Economía como un misterio, como una persona desconocida que se destacaba por su experiencia académica, pero que en la práctica abría un gran signo de interrogación.
El mismo presidente comenzó a establecer polémicas en torno a la cartera, afirmando que no creía “en los planes económicos”. Por delante estaban las negociaciones por la deuda externa y una reorganización estructural necesaria para no caer en default ni profundizar las cifras sensibles de la economía argentina.
Al ingresar al edificio de Hipólito Yrigoyen 250 como su máxima autoridad, Guzmán comenzó con las medidas que prometían desalentar el consumo en moneda extranjera para proteger las ya escasas reservas del Banco Central. Un ejemplo de esto es el impuesto PAIS y el dólar solidario, que con su recaudación se financiaría en parte al PAMI, el ANSES y la construcción de viviendas sociales.
Ya en plena crisis sanitaria por el impacto del Covid-19, Guzmán debió acordar con los bonistas mientras lidiaba con el fantasma de la deuda. Mientras tanto, la impresión de dinero era más común que nunca como consecuencia de los planes de rescate que se llevaban a cabo por los efectos económicos de la pandemia en la vida cotidiana de la población.
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Tanto la pandemia como la invasión rusa a Ucrania, fueron utilizadas por el oficialismo como excusa para explicar problemas de larga data que no se logran solucionar y medidas desastrosas que determinó el gobierno y profundizan la situación.
A esto debemos sumarle el cepo al dólar, el rotundo incremento de la base monetaria -que este año ya supera 44%-, las caídas de las reservas, las restricciones a las importaciones para aumentar las mismas, y la renegociación de la deuda resistida por el kirchnerismo que generó el primer gran quiebre de la coalición gobernante.
Entonces, ¿logró Martín Guzmán “tranquilizar la economía”? Ciertamente, la economía argentina siempre fue eje de discusión y constante debate que generó asperezas entre los actores políticos principales. Guzmán fue centro de atención desde su asunción como Ministro y fue la pieza en discusión entre el presidente y la vice.
Al momento de llegar esta administración a la Casa Rosada la inflación era de 53,8%, y hoy la interanual ya supera el 60% con proyecciones de hasta el 80%. El riesgo país, por su parte, superó los 2.500 puntos tras el desplome de los bonos argentinos que se debían pagar a fines de junio, mientras el dólar paralelo no se cansa de batir récords día tras día; alcanzando los 239 pesos.
Por otro lado, los costos de vida son cada vez más elevados, y la presión aumenta para el gobierno. La canasta básica aumentó un 4,6%, llegando a los $ 99.677 para que una familia tipo no caiga por debajo del nivel de pobreza. Así mismo, en los últimos doce meses, este monto se incrementó al 55%. Para no quedar por debajo de la línea de indigencia, la vara se elevó hasta los $ 44.900, lo que muestra un avance del 62,3% en el último año.
Estos números muestran a las claras que Guzmán no “tranquilizó la economía”, pero su presencia en el gobierno removió las aguas políticas del Frente de Todos en cada decisión. La situación económica es cada vez más grave y el impacto financiero tendrá una consecuencia mayor tras la renuncia, la cual genera alta incertidumbre en los mercados.
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Tras horas de tensión, Alberto Fernández y Cristina Kirchner acordaron el nombramiento de Silvina Batakis para ocupar el cargo de ministra de economía. En el plano económico la ministra deberá resolver medidas urgentes y vitales para el país, además de calmar las aguas del mercado tras el recambio del gabinete.
En el plano político, Batakis podría traer menos discusión interna, pero también menos poder para el presidente, que se ve abatido por los constantes cambios y problemas en su administración, con las críticas principales del núcleo duro kirchnerista.
La nueva ministra, muy cercana a Daniel Scioli, deberá mostrar en los próximos días su inclinación y determinación ante las problemáticas que padece el país, lo que sí o sí marcará un “nuevo rumbo” en el gobierno de Alberto Fernández.
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